Estoy buscando una casa en un
pueblo de la montaña y la he encontrado, pequeñita pero acogedora, pero…le
falta un jardín.
La casa tiene una parcela de
terreno al lado, propiedad de un señor al que estaba buscando y al final, después
de mucho indagar, conseguí localizar en Italia.
Deseo tener un lugar donde
poder estar tranquilo, tener cuatro tomates y un arbolillo donde estar a la
sombra en verano, escapar de vez en cuando con mi familia de una ciudad que
cada vez se me hace más grande y en el fondo será que yo soy de pueblo.
Internet me ayudó mucho en la
búsqueda de este propietario y la buena disposición de las personas con las que
hablé todavía más. Lo que no esperaba era encontrarme con unas personas (padre
e hija) que en poco tiempo han perdido a dos seres queridos y donde su tristeza
se deslizaba hasta el auricular de mi teléfono.
Estas cosas te dejan mudo por
unos instantes cuando te están contando que lo que menos tienen en la cabeza,
evidentemente, es pensar en las fincas del pueblo y es cuando uno se queda pequeñito, pequeñito. Yo soñando y ellos aún llorando.
Desconozco en que quedará
todo esto y si al finalmente conseguiré el jardín, pero a la postre esto será
lo de menos. Lo único que puedo hacer por ellos es dedicarles estas letras.
2 comentarios:
Precioso ;)
Gracias a ti Marta por haber dejado plasmados tus sentimientos.¡Eso anima!
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