lunes, 21 de enero de 2013

Langostos de Abizanda que adivinan las cosechas


Una bonita historia envuelta entre lo pagano y lo religioso, reúne todos los años, el segundo domingo del mes de enero y desde hace mucho tiempo a vecinos del pueblo de Abizanda para adivinar como irá el año en lo referente a las cosechas.

Abizanda es un precioso pueblo del Sobrarbe, muy cercano a Ainsa (Huesca) y que se ubica en un precioso entorno entre el río, la roca y el bosque. Pueblo medieval con torreón del siglo XI, construido sobre la antigua fortificación musulmana de Abinyuyas.  El castillo de Abizanda fue construido por Sancho Garcés III de Navarra, encima del punto más alto de vigilancia en el valle del Cinca. 
¡Lugar de obligada visita, por su belleza, su historia y su gente!

Vista del pueblo de Abizanda, con su enorme torre.
Desde hace varios siglos se celebra la "festividad de los langostos" con romería a la ermita de San Vitorián. Se lleva pan de caridad (tortas que se  colocan en niveles de a cuatro y en posición estratégica) que se bendicen en el suelo sobre manteles blancos junto con porrones de vino. Poco a poco se van posando unos pequeños  saltamontes que según su color  indicaran cual será ese año la mejor cosecha, si de cereal, vino o aceite.

Momento de interpretar las señales de los langostos sobre el blanco mantel
Dependiendo del color  y abundancia de los saltamontes –“langostos”- que saltan sobre los blancos manteles se determina para que será bueno el año: Si son de color marrón o amarillo, la cosecha de cereal será buena, si abundan los de color negro, la producción uvas y  vino se verá beneficiada y si los que predominan son de color verde, habrá buena producción de aceite. El número de los mismos indicará la abundancia de cosecha.



Este año 2013 parece ser que la mayoría eran negros, así que habrá que esperar buena cosecha de vino.

Sin duda este sistema de predicción no deja de sorprenderme por su originalidad, me parece mucho más interesante que el famoso día de la marmota. Lo que desconozco es la fiabilidad de estas fabulosas adivinaciones (los lugareños aseguran que siempre se cumple), lo que no cabe duda es que al que se le ocurriera debía ser un personaje singular.