He tenido la oportunidad de
encontrarme esta semana con una auténtica plaga de orugas de la col (Pieris brassicae).
Este año al lado de casa han plantado colza, un cultivo oleaginoso, que es de
la misma familia que la col, la coliflor u otra crucífera y por tanto muy apreciado por estas orugas.
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Bonito ejemplar de Pieris brassicae |
La
colza ha vestido de amarillo los campos durante esta primavera. Se cultiva para
recolectar su semilla que contiene un elevado porcentaje de aceites y proteínas.
Es una buena alternativa al cultivo intensivo de cereal en los secanos del
somontano y del pirineo.
Las
orugas de primera generación, ya bien alimentadas y de buen tamaño (unos 4 cm de longitud), se
desplazan del cultivo que han estado devorando, a lugares donde poder pupar y
convertirse en mariposas. La gran sorpresa ha sido encontrar a mas del 80% de
estos individuos afectados por un parásito muy especial: una pequeña avispa que
cuando los gusanos eran pequeñitos, inocularon en su interior un buen número de
huevos que se fueron desarrollando junto con la oruga de la col (pueden llegar
hasta 150 huevos en una misma oruga).
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Oruga de la col invadida de larvas de avispa |
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Pupa de mariposa de la col que se ha librado del parasitoide. |
Al
final la avispa siempre gana, termina devorando el interior de la oruga y
saliendo las larvas de dentro y
convirtiéndose en pequeñas pupas recubiertas de una seda amarilla que deja como
emblema a su víctima sobre ellos. Pupas que darán lugar a nuevas avispillas
(Apanteles glomeratus). Estas avispas también atacan a otros tipos de mariposas.
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Cadáver de oruga con las avispas en metamorfosis, bajo la seda amarilla |
Los adultos de Apanteles se utilizan para el control biológico de plagas, evitando la utilización de insecticidas nocivos para el medio ambiente y para la salud.
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Foto gentileza de http://www.monarch.org.nz Eclosión de avispas |
Los
gorriones que están anidando bajo el tejado, también están dando un buen repaso a
las orugas de la col. ¡Todo un mundo!