Este fin de semana he tenido la ocasión de
ir al pueblo (cerca de Jaca) y pasear por el monte. El tiempo era especialmente
bueno para estar en noviembre y lo cierto es que todo este otoño ha sido
bastante benigno en cuanto a temperaturas, lo que unido a lluvias mas o menos
regulares ha favorecido el desarrollo de setas de lo más variado y en
cantidades que no recordaba.
Sólo hacia falta acudir al pinar más
próximo, que además esta orientado al norte, para encontrar un auténtico
espectáculo micológico.
Siempre que he ido a por setas, la única que
solía recoger era en robellón o níscalo (Lactarius deliciosus), pero los que quedaban estaban bastante
agusanados, pero un vecino nos indicó la posibilidad de recoger otras como
negrillas (Tricholoma terreum ), boletus o cantarelus (Cantharellus lutescens).
Al final la cosecha fue espléndida con los
cinco que íbamos: Robellones, negrillas a barullo, reforzado con los cantarelus
que nuestro amado vecino Jose Manuel tuvo a bien regalarnos para probarlos.
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Cesta de cantarelus. Estos cuando aparecen lo hacen con profusión. |
Con las setas en casa hubo que discurrir la
mejor manera de prepararlas, así que imaginación al poder: Con las negrillas
hicimos una especie de paté sobre base de pasta bechamel, ideal para untar en
el pan. Con los robellones bien guisados con su ajito y su perejil, pasaron a
formar parte de un delicioso arroz.
Al final los cantarelus también se
prepararon con base de ajo y perejil y revueltos con huevo… ¡Buenísimo todo!
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Negrillas a montones. |
Nota: Lo único que hizo que los paseos por
el monte se redujeran a la mínima expresión fue el estar compartiendo la zona
con los cazadores. Siempre causa un poco de pavor. Supongo que eso mismo
pensarán los cazadores de los buscadores de setas. ¡En fin!
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Pedos de lobo |