Este
sábado 22 de febrero me encontraba en mi pueblo del Pirineo. Mirando al cielo,
por la mañana pude disfrutar viendo dos parejas de milanos reales, un ratonero
común, un par de águilas que por volar tan alto no pude identificar. A esta lista
hay que agregar los petirrojos, gorriones, pinzones, lavanderas, verdecillos,
palomas, colirrojos, cuervos, picarazas y hasta un par de picapinos que no
pude ver pero si escuchar….
Sobre
la expectación de todos ellos el canto inconfundible de las grullas pasando
durante toda la mañana y parte de la tarde, bandadas de cientos de grullas
encarándose al paso de la gran barrera de los Pirineos, al final pudieron ser varios miles de
ellas las que pude observar. ¡Increíble espectáculo, sobre todo por el enorme
esfuerzo que realizan estas aves en su migración al norte de Europa!
Grullas a punto de cruzar los Pirineos |
Lo
mejor estaba por llegar.
Después
de cenar salí fuera a contemplar el maravilloso cielo estrellado que dejaba ver
un paisaje estelar que desde hace mucho tiempo no observaba. Estaba entretenido
en la constelación de Orión y de repente cruzó una estrella fugaz, ¡preciosa, así
que por si se cumple, pedí un deseo! y lo más sorprendente no tardó en
aparecer, de un color verde esmeralda y con dos grandes puntos de luz a los
lados y con forma de montera de torero, algo que jamás había visto. Era de
considerable tamaño y descendía rápido dejando una clara estela verdosa.
Me
quede a bolos, estuve esperando un rato para ver si se producía algún destello
en el choque con la Tierra. Su descenso que duró varios segundos, se producía
de forma algo errática. Miré la hora: las 20, 45 horas, dato que intuí me podía
servir para ver en las noticias aparecía algún comentario del tema.
Este es un dibujo aproximado de lo que vi. |