Una bonita historia envuelta entre lo pagano y lo religioso,
reúne todos los años, el segundo domingo del mes de enero y desde hace mucho
tiempo a vecinos del pueblo de Abizanda para adivinar como irá el año en lo
referente a las cosechas.
Abizanda es un precioso pueblo del Sobrarbe, muy cercano a
Ainsa (Huesca) y que se ubica en un precioso entorno entre el río, la roca y el
bosque. Pueblo medieval con torreón del siglo XI, construido sobre la antigua fortificación musulmana
de Abinyuyas. El castillo de Abizanda fue construido
por Sancho Garcés III de Navarra, encima
del punto más alto de vigilancia en el valle del Cinca.
¡Lugar de obligada visita, por su belleza, su historia y su gente!
Vista del pueblo de Abizanda, con su enorme torre. |
Desde hace varios
siglos se celebra la "festividad de los langostos" con romería a la ermita de San
Vitorián. Se lleva pan de caridad (tortas que se colocan en niveles de a cuatro y en posición estratégica) que se bendicen
en el suelo sobre manteles blancos junto con porrones de vino. Poco a poco se
van posando unos pequeños saltamontes
que según su color indicaran cual será ese año la mejor cosecha, si de cereal,
vino o aceite.
Momento de interpretar las señales de los langostos sobre el blanco mantel |
Dependiendo del
color y abundancia de los saltamontes
–“langostos”- que saltan sobre los blancos manteles se determina para que será
bueno el año: Si son de color marrón o amarillo, la cosecha de cereal será buena, si
abundan los de color negro, la producción uvas y vino se verá beneficiada y si los que
predominan son de color verde, habrá buena producción de aceite. El número de
los mismos indicará la abundancia de cosecha.
Este año 2013 parece ser que la mayoría eran negros, así que
habrá que esperar buena cosecha de vino.
Sin duda este sistema de predicción no deja de sorprenderme
por su originalidad, me parece mucho más interesante que el famoso día de la
marmota. Lo que desconozco es la fiabilidad de estas fabulosas adivinaciones (los
lugareños aseguran que siempre se cumple), lo que no cabe duda es que al que se
le ocurriera debía ser un personaje singular.