lunes, 29 de junio de 2009

Oroel, el mirador de la Jacetania.


Foto de Antonio encontrada aquí

de una buena colección de fotos de la Peña de Oroel (¿habrá Oro?)


Foto de Oroel a punto de coronar la cima.



A pocos kilómetros de Jaca, justo al sur, se encuentra el monte Oroel, una gran roca sedimentaria que por su solitaria ubicación destaca sobre el paisaje y desde cuya cima situada a 1.769 metros, se convierte sin duda en el mejor mirador de la zona.

En su falda se encuentra el “Parador”, y al que se puede acceder por pista asfaltada, solo queda una hora corta de senda para llegar a su cima.


Digo una hora, porque al monte hay que ir sin prisas, mirando todo cuanto nos va rodeando y sobretodo observando.




¡Demasiadas veces miramos sin ver nada!.


No hace falta entender de mucho, sólo hay que dejarse llevar por la magnífica vegetación, el canto de los pájaros y tus sensaciones, que te van acompañado durante la ascensión y en algún claro puedes ir viendo parte de la gran muralla pirenaica.

En la falda del monte nos encontramos con abundante vegetación, donde destaca el pino silvestre rodeado de avellanos, algún fresno y un montón de plantas anuales y vivaces que tupen de verde todo el suelo. Conforme asciendes los pinos van dejando lugar a los abetos. Se nota que ascendemos por la cara norte, donde la vegetación se desborda y retiene con sus raíces el empinado manto de suelo.



Foto de pepenosela de un gamón (bulbosa) y sus frutos cuajados

Foto pepenosela de Genciana lutea.


Una vez en la cima desaparece el arbolado y se dejan ver las dos vertientes, la cara sur sólo deja crecer algún que otro pino y todo lo demás lleno de algunos bojes y erizones. Pero hay que fijarse porque entre los recodos crecen plantas singulares, con flores espectaculares y por supuesto, al fondo, la cruz.


Os animo a que acudáis a uno de los mejores espectáculos naturales.


Foto de "vampirnosela" en la cruz.

sábado, 6 de junio de 2009

Alquimistas y Medioambiente


Ayer fue el Día Mundial del Medioambiente, como todos los días que se dedican a los grandes temas (el hambre, la paz, el sida, la igualdad, el trabajo, la infancia…) son todas ellas cuestiones que no debieran desaparecer de nuestra mente y eso significa poner de nuestra parte todo aquello que puede hacer más acogedor y humano este mundo.

No se trata de hacer grandes cosas, no hace falta. Nosotros, los habitantes de este gran país llamado Tierra, sabemos perfectamente donde poner nuestro granito de arena: Una sonrisa para quien nos mira, un oído que escucha, una mano que ayuda, un abrazo que nos rodea de cariño, dar sin esperar nada a cambio, una llamada para quien la espera,..La imperiosa necesidad de nuestra alma para querernos y por lo tanto para amar a los demás, genera la necesaria obligación de cuidar del espacio que nos rodea, es decir, de nuestro hábitat, que será la ciudad, el parque, sus calles, el aire que respiramos, la hierba que crece bajo nuestros pies.

Para cualquier persona de bien, le resulta sorprendente la bondad de las plantas, que por un poco de agua a cambio nos regalan la vista con maravillosas flores, árboles que nos ceden su sombra, nos dan frutos que nos alimentan, purifican el aire y son refugio de miles de especies de otros seres vivos que viven con ellos.

Todos sobre un mismo suelo, un mismo planeta Tierra, que se merece sin duda mas cariño del que le profesamos y que somos capaces de destrozar a cambio de un sudado puñado de dinero o incluso, la mayoría de las veces, a cambio de nada. Con esta última aseveración me refiero a los personas que podemos ponerles cara diariamente, es decir, a los que tiran la basura por la calle (papeles, colillas, plásticos, la caca del perro..), los que son incapaces de enseñarles a sus hijos el respeto por las personas y por la naturaleza, porque ellos son los primeros en pensar que lo que es de todos no necesita ser cuidado.
Luego esos niños crecen y te cortan media selva amazónica o te convierten un área natural protegida en una urbanización con campo de golf, o son los que piensan que el hambre es un mal necesario.

Yo sigo creyendo en la humanidad, en su capacidad de reacción, en su poder para luchar contra las injusticias diarias, en saber que la piedra filosofal no es aquella que transforma la roca en oro y otorga la inmortalidad (como aún siguen creyendo muchos), sino aquella que es capaz de hacernos felices cada día un poquito más y que evidentemente está dentro de nuestro corazón y debió ser el único lugar donde no buscaron los alquimistas.
Una mano para acriciar.(pepnosela)